En un determinado momento piensas que estás solo. Que aquellos a los que considerabas amigos ya no están, bien porque se han ido por un determinado motivo, bien porque les has echado sin más.
Estás practicamente solo, y lo único que te queda es tu conciencia para gritarte "¡¿qué estás haciendo?!" o "¡¿por qué no miras atrás y arreglas todo?!", pero como siempre, te limitas a ponerte los cascos y escuchar algo de música, sin ningún tipo de mensaje, tan solo para aislarte de la solución, tan difícil debida al orgullo.
Realmente todo empieza por perdonarte a ti mismo todos tus errores. ¿Fácil? Inténtalo. Cuando te quedes sin sangre en las venas lo comprobarás.
Y si por algún tipo de suerte divina es posible lograr eso, luego queda la parte realmente complicada, y es que los demás te perdonen.
Es realmente dificil, porque para perdonar a alguien has de comrpenderle y ponerte en su lugar, pero por orgullo nunca revelarás todo lo que pasa por tu cabeza, todo lo que esa voz te decía antes de quedarse afónica mientras la ignorabas.
Has de borrar ciertas partes del pasado para poder pasar a través del pozo que hay en tu camino, porque al final, lo único que realmente importa es tener en quién confiar cuando te rompes una pierna al tropezar con las mismas piedras de siempre.
El tiempo se evapora, y apenas hay oportunidades para enmendar los errores. Has de recordar el por qué estás hoy aquí y que al igual que las cosas han cambiado, también han cambiado las manos a las que agarrarte cuando tu alma se siente derrotada.
La misma fuerza de siempre, muchísimo más rapido. Y tu pecho ya no puede con esa presión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario