-Afila tu espada y llena tu corazón con la perseverancia necesaria para enfrentarte al desafío -Dijo el maestro-.Aún así, te darás cuenta de que, paso a paso, te encuentras con dificultades que no estaban previstas, y comprenderás que es necesario un toque de locura.
Y así, el joven guerrero emprendió su camino.
En busca de aventuras y honor, vaga por el mundo, enfrentándose a rivales más poderosos que él, que sin embargo, no poseían su determinación, y por ello sucumbían ante su acero.
No obstante, la peor batalla que pudo librar fué contra su propio corazón. En ese momento comprendió lo que la anciana y el maestro le habían dicho hacía tiempo. La locura es necesaria para superar los obstáculos. Si esperas el momento oportuno, jamás saldrás de tu escondite. Es necesario dejarse llevar para dar el próximo paso, gracias a la locura, porque en la guerra y el amor, no es posible preveerlo todo. Pero lo había comprendido tarde, y perdió una batalla que le costó la herida más profunda de su vida.
Cuando sientas la injusticia del mundo, procura quedarte solo para no contagiar tu dolor al resto.
Esto es bueno y malo al mismo tiempo. Has de dejar que tu corazón sane sus propias heridas, pero no puedes permanecer continuamente aislado, con miedo de parecer débil.
El ángel y el demonio de tu interior poseen voces muy similares.
El demonio alimenta la soledad. El ángel te anima a reflexionar sobre tus actitudes, y a veces necesita expresarse por la boca de alguien.
La clave está en el equilibrio entre soledad y dependencia.
Has de usar la soledad, pero no ser usado por ella.
El demonio dice "Tienes miedo, fracasarás". El ángel dice "Tienes miedo, vas a fracasar". Pero el ángel continua "Yo te ayudo", mientras que el demonio dice "Deja, que yo te ayudo". Las palabras son las mismas, pero el aliado es diferente.
Es entonces cuando escoges la mano de tu ángel.
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