El guerrero ya no duerme. Su sangre impregna cada senda que sus pies han marcado, pero nunguna herida es importante mientras la marca que deje sea fisicamente visible.
Su rostro es ya irreconocible para quién le hubiese conocido de niño.
Su pecho sufre una cicatriz que jamá desaparecerá de su memoria.
Sus manos, cubiertas de callos, causados por la empuñadura de sus armas.
No se arrepiente.
Es el camino que ha elegido. Sabía que las heridas, la sangre y la muerte serían sus compañeras de aventura desde el día que dejó al maestro y la ancina.
"Has de ver el mundo a través de los ojos de un niño", le habían dicho.
No debemos tomárnoslo todo en serio. La vida es un juego, y has de divertirte haciendo lo que amas.
Pero en todo juego hay riesgos, y hasta los niños saben que si vas corriendo, tropezarás y caerás.
Pero si un niño es capás de levantarse, llorando, con las rodillas despellejadas, y seguir jugando, ¿por qué no puede el guerrero seguir luchando, mientras una sola gota de sangre fluya por sus venas?
Ama la vida con pasión, y daría su muerte por protegerla. Nada ni nadie podrá detenerle mientras su espíritu conserve la determinación de un niño.
Sin embargo, a medida que aumenta su reputación, su inocencia disminuye de manera exponencial, y sabe que no será capáz de recuperarla, pues las heridas no visibles de su mente,alma y corazón serían capaces de aterrorizar a cualquier niño, y sin embargo tan solo hace unos pocos años que el guerrero abandonó la niñez, pues no llega siquiera a la veintena...
21.2.10
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